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No se cuando terminaba el día anterior o iniciaba el nuevo, mi cuerpo tenía comportamientos extraño. Haciendo check-in, en Bangkok es de madrugada pero para nuestro cuerpo es pleno medio día. En la calle se siente calor infernal, y me quedo corto. Tomo un baño rápido y, mientras busco mi nueva ropa, despierto a uno que otro del hostal, como debe de ser. No tengo sueño, y si mucha sed. Ofrezco a mi amigo una cerveza en la recepción del hostal, amablemente y como urgido de cerveza, acepta. Pasa de las 03:00 hrs, deberíamos estar dormidos, pero eso nuestro cuerpo no lo sabe.
NapPark se ajusta a lo que necesitamos, el personal es atento y servicial, salvo que son demasiadas las camas por dormitorios, los espacios son muy reducidos, pero por el precio lo vale. 11 dólares por noche, nada mal. La pulsera que te dan como llave a veces funciona, otras no tan bien, lo que hace un suplicio el intentar ingresar al dormitorio. De ahí en fuera, todo bien.
Al final fueron 5 cervezas por cada quien en menos de una hora y media, buscando siempre adecuar la temperatura del cuerpo a lo recomendado por los doctores. Aprovechamos el Wi-Fi del hostal para avisar a nuestras familias que todo iba de acuerdo al plan. Afortunadamente ellos estaban despiertos en México y no despertamos a nadie(fuera de Tailandia), 13 horas adelantados a nuestro país vaya que hacen diferencia. La cerveza en el país de las sonrisas no me pareció barata, no lo es más en México. Y menos en el hostal. 85 baths por una Singha y 70 por la Chang, ambas un poco más grandes de lo normal (entre 700 y 800 ml) se iban como agua.
Después de un rato y ya pasadas las 6 am decidimos ir a descansar, aunque sin sueño. Primer intento fallido. Por más que intentamos dormir, era imposible tanto por la adrenalina como por el jetlag. Infructífero a todas luces mientras solo veíamos al techo del hostal.
Nuestros otros 28 compañeros de dormitorio roncaban, pero nosotros no podíamos pegar los ojos. Después de una hora intentando, decidimos levantarnos nuevamente de la cama y comenzar a planear el día. Otro baño con agua helada y a acomodar nuestras cosas en lockers, bastante incómodo la verdad. Poco después de las 9 y después de echar un vistazo a los mapas, decidimos comenzar la aventura fuera del hostal. Se respira diferente, el ambiente es diferente, la gente es diferente; todo absolutamente es diferente. Tanta basura en la calle era indicador de que la fiesta había estado mortal el día anterior. Feo.
El calor, un grado menos que insoportable y apenas estaba amaneciendo. Teníamos como plan visitar el Palacio Real para comenzar con el pie derecho los dos días completos que estaríamos en la capital. Había escuchado historias tétricas sobre lo que no se debe hacer en la capital, así que íbamos con demasiado cuidado, nunca está de más extremar precauciones.
Antes de continuar quiero hacer un paréntesis: Los mapas en Tailandia son terribles! Con escalas sosas, sin marcar calles pequeñas, etc. En los 3 primeros días no nos acostumbramos a ellos, al contrario, nos hicieron la vida imposible. Si puedes optar por GoogleMaps ni lo dudes, así tengas que pagar por ello. Aclarado el punto, continuemos.
Intentaron estafarnos.
Tomamos un mapa con la intención de ir al Gran Palacio Real y caminamos, para mi pésima suerte y siguiendo un mapa incomprensible, en sentido contrario. En la esquina de Bowon Niwet Rd y Phra Sumen Rd, decidimos preguntar a una persona local. Contrario a lo pensado, primer grave error. El cuento de que el Palacio Real a esa hora estaría cerrado no nos lo tragamos e insistimos en saber cómo llegar. Eran casi las 10 am. Ante la negativa de ayudarnos, decidimos avanzar. Para sorpresa de nosotros, las personas hasta nos seguían diciendo que estaría cerrado. Demasiado insistentes. Supuestamente abriría a las 13:00 horas, no es verdad, tiene un horario todos los días de 8:30 a 15:30 de manera ininterrumpida.
Después de un rato platicar con esta persona, comenzó su estrategia. Al “estar” cerrado el lugar que queríamos visitar, nos echó el cuento de que algunos tuk tuk (con bandera amarilla y tailandesa al frente) eran más baratos pues pertenecían al gobierno y el precio por recorrido era menor; la intención era promocionar lugares pocos conocidos de Bangkok. Una cosa de risa el precio. Entre ambas personas locales (persona a la que preguntamos y dueño del tuk tuk) se ofrecieron a llevarnos a 3 lugares por 20 baths, 0.6 dólares o 10 pesos mexicanos. Y además, esperarnos el tiempo que fuese necesario. Algo turbio había, sin dudarlo.
Al contar con el tiempo, decidimos jugar a su juego. Nos subimos al tuk tuk con cámaras en mano, echando risas por todos lados a sabiendas que algo podía estar pasando. 20 minutos después llegamos a gran avenida Rama Vill Rd y justo en la esquina decidimos parar, era tiempo de probar la comida Tailandesa callejera, presuntamente de las mejores del mundo y no decepcionó. Un plato de Pad Thai con dos camarones por 40 baths y un refresco del 7eleven por 12. Demasiado barato para ser realidad. El mejor Pad Thai que había probado en mi vida, bueno, también era el primero.
Desde ahí llegamos caminando a nuestro primer templo, Wat Intharawihan con su altísimo Buda de 32 metros recubierto con oro de 24 kilates cuya construcción demoró mas de 60 años; nada mal para nuestro comienzo, pensamos. 25 minutos demoró nuestra visita, tampoco da para más.
De regreso al tuk tuk, el chofer nos indica que hará una parada en la oficina de Turismo de gobierno, según él. La estafa, según nosotros. Llegamos a la “oficina” y una señorita, inicialmente amable, toma una hoja y nos preguntó sobre las fechas que estaríamos en Tailandia y las actividades que queríamos realizar. Rotundo no a todo. Mientras tanto afuera el chofer recibe vales de gasolina por haber llevado víctimas consumistas con cara de magnates dispuestos a gastar millonadas de baths. No era nuestro caso. Para lo primero si, para lo segundo no. Descontento total por parte de la agente, pero afortunadamente íbamos preparados. Al salir un tanto incómodos dimos aviso al chofer, así que no esperábamos tener otra visita, a lo que él nos pidió disculpas. Como favor especial y antes de visitar nuestro siguiente templo, nos suplicó visitar uno más, ya que eso lo ponía “happy”. Vales de gasolina = happy driver. Más como un favor especial (y el precio de los 20 baths, claro) accedimos.
Afuera de la agencia, un mundo de tuk tuk con varios prospectos de víctimas. En esta ocasión decidí jugar con mi compañero, sin avisarle, claro. En esta ocasión yo no hablaba inglés, así que él tendría que aguantar toda la letanía al intento de compra/venta de servicios turísticos. Yo solo hablaba español, a lo que recibí no menos de 20 amenazas para el término del día, que no se cumplieron. Resultó ser demasiado cómico, ya que ambos sabíamos que yo entendía un poco mejor que él, pero era parte del juego y al menos yo, lo estaba disfrutando. Nunca pasó por nuestras mentes comprarles algo, así que salimos con las manos vacías. Solo demoramos 15 minutos y salimos ahora rumbo a Black Buddah Temple.
No es espectacular, lo acepto, pero es bonito. Como siempre, hay que descalzarse para poder ingresar. Vacío. Únicamente el cuidador se encuentra dentro y con él, una buena charla en un inglés entrecortado de ambos. En resumidas cuentas me habla sobre ésta estafa y lo malo que resulta ser tanto para los turistas como también para varios locales que poco se acercan a este y otros templos, pues ya resulta bien conocida como Lucky Buddah Scam y resultaba ser justo lo que estábamos haciendo. Según él, solo las personas “estafadas” visitan este y el anterior templo del Big Buddah.
Así salimos, con la firme intención de ir al Palacio Real, ya pasaba del medio día. Al no encontrarnos tan lejos, en no más de 15 minutos estábamos justo en la parada de Thammasat University en Na Phra That Alley a 300 mts del Palacio Real. Saqué los 20 baths de mi bolsillo y sin dudar se los di. Esperaba cualquier cosa, menos que con una sonrisa se despidiera. Entramos a dar un vistazo a la Universidad pues parecía haber algo, sin mucho éxito. Así que continuamos caminando sobre la misma gran avenida hasta llegar a la entrada esperada. Siempre supimos que el recinto estaría abierto.
Gran Palacio Real en Bangkok.
Encontramos una pequeña fila para adquirir los boletos pero adentro había aún más turistas. Quizá era por ser Domingo. Gente moviéndose por todos lados mientras se tomaban fotografías y secaban el sudor. 40 grados marcaba el termómetro, con una sensación unos 3-4 grados mayor por la humedad. El boleto de entrada costó 250 baths, algo excesivo a mi parecer pero definitivamente valen la pena, se adquieren en una pequeña fila antes de ingresar y pasar por un control de seguridad.
El Gran Palacio Real (Phra Borom Maha Ratcha Wang) es, quizá, el principal atractivo de Bangkok. Ese lugar en el que todos los turistas pensamos visitar antes de llegar a la capital Tailandesa. Y no es para menos, resulta ser muy atractivo a cientos de metros de distancia. El Gran Palacio o Phra Borom Maha Ratcha Wang para los amigos, es un complejo de edificios que en el pasado y durante varios siglos sirvió de residencia para el Rey. Es necesario conseguir alguno de los mapas y marcar aquellos puntos que sean de tu interés para perder el menor tiempo posible, o si dispones de todo el día, dejarte llevar. Quisimos dedicarle alrededor de 2 a 3 horas a todo el complejo, tiempo suficiente bajo mi punto de vista.
Justo a la entrada se encuentran los Guardianes Gigantes, unas estatuas de varios metros de alto, delicadamente detalladas y de gran colorido, al igual que los techos inclinados de algunos otros edificios cercanos. Caminando llegamos al Patio Central o Zona de recepción, para la cual muchas de sus salas cierran los fines de semana por lo que no pudimos más que admirar su arquitectura. El lugar, no sé si por el día, Domingo, se encontraba infestado de gente. Asiáticos, estadounidenses, europeos y, por supuesto, mexicanos, los había por todos lados. Llevar zapato cómodo y fácil de quitar es mi mejor consejo.
Entre el mundo de gente llegamos a Wat Phra Kaew, por mucho el lugar más visitado dentro de este importante recinto; lugar donde se encuentra el famoso Buda Esmeralda, el más venerado y valioso de todo el país. Es necesario vestir adecuadamente con pantalón largo y hombros cubiertos. No está permitido tomar fotografías al interior. Por desgracia mi amigo intentó hacerlo y entre varios guardias lo obligaron a borrarlas. No te arriesgues.
El calor, en serio, es impresionante. La humedad, el sol y la gente hacen la combinación perfecta para morir de calor. Y de sed. En el interior existen unas llaves con agua potable, para mi infortuna no poseía algún envase, así que tuve que utilizar mis manos para formar un recipiente. Algo incómodo pero era lo que había.
Continuando con nuestro peregrinar llegamos a otro de los edificios importantes del complejo, Phra Tinang Chakri Maha Prasat. Un importante edificio que mezcla estilos europeos y Tailandeses. Si, así como lo leen. Rodeado de pequeños árboles y macetas con flora, hacen de ésta una de las mejores vistas dentro de todo el Palacio Real.
Wat Pho.
Eran casi las 4 pm. En el mapa y en estricta teoría, nos daba tiempo de hacer otra de las visitas obligadas en la capital Tailandesa: Wat Pho. Y digo en estricta teoría, ya que caminando con un sol abrasador la caminata se hace aún más pesada. En tiempo no son más de 20 minutos. Al fin llegamos; con una entrada un poco escondida, pero nosotros listos para ingresar. El ticket tiene un costo de 100 baths e incluye una pequeña botella de agua. Wat Pho, para los amigos, es el templo que posee al Buda Reclinado más grande del país. Una medida de 43 metros de largo y 15 de alto que impresiona a cualquiera. Esa sensación de sentir algo indescriptible por primera vez durante el viaje, aquí la viví. La arquitectura en general es parecida a la encontrada en El Gran Palacio, salvo que es más pequeño. Encontrarás chedis repletas de azulejo adornando gran parte del patio exterior. Me resultó fácil perderme entre toma y toma de mi cámara, entre todas escenas que alguna vez en documentales observé y ahora estaba viviendo. Ahora yo estaba otorgando mi copia de esa escena que alguna vez vi en internet.
El edificio más importante, lógicamente, es perteneciente al Buda Reclinado. El recorrido suele ser alrededor del Buda de manera rápida; demasiada gente entraba y salía del Templo. Todos en fila india. Avance, avance!! El código de vestir es igual al de todos los templos budistas, descalzado y con hombros cubiertos.
Al interior del complejo se encuentra la Escuela de Medicina Tradicional Tailandesa así como la Escuela de Masajes. Es muy fácil perderse entre los pasillos y estatuas de Buda, con Prangs de estilo khmer otorgan el toque especial al lugar.El total de la visita fué de aproximadamente 90 minutos, tiempo suficiente para poder ingresar a los lugares de nuestro interés así como tomar un tiempo de descanso y apreciar el movimiento del lugar.
Eran ya casi las 6 pm, por el cambio de horario, traíamos un jetlag impresionante que si bien aun no pasaba factura, sabíamos que eso sucedería pronto, así que decidimos regresar a Khao San y poder tener ese contacto del cuál la noche anterior habíamos tenido una probadita con tanta fiesta. Decidimos tomar un taxi y poder en práctica nuestro poder de regateo. Nulo. Intentamos que los choferes utilizacen el taxímetro, primer fallo. Son demasiado complicados y menos en zonas turísticas. Ninguno de los primeros 5 quizo. Los tuk tuk eran demasiado caros, algunos hasta 400 baths cuando no estábamos a más de 10 cuadras que por el cansancio no queríamos recorrer a pie. Nuestro último intento, inició en 200, ofrecimos 80, quedó en 100 baths. Algo más coherente.
Al llegar a Khao San volvimos a quedar impactados, el ambiente se sentía mochilero por todos lados, pero yo como lo que tenía era hambre, paramos en un puesto callejero (de esos que abundan en la zona) dispuestos a comer nuevamente Pad Thai. Fue un poco más caro que en otras zonas, pero aun así barato. 70 baths por el platillo, 20 por una pepsi y una cerveza Tiger de casi 1 litro por 120 baths. La sed, es la sed.
Dimos un vistazo rápido a todo cuanto pudimos, y a través de Soi Ram Butri llegamos a Rambuttri Alley, una calle paralela donde también es aconsejable poder rentar el hostal. Es el Khao San tranquilo, sin tanto ruido pero con esa peculiaridad de ambiente mochilero y turista. Nos íbamos acercando a nuestro hostal sin pensarlo. Por fin llegamos y después de una ducha exprés, a las 19:30 nos encontrábamos completamente perdidos en sueño. El jetlag pasó factura por primer y único día, antes de continuar la aventura en Bangkok.