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El exagerado ruido que hacen las ruedas del tren no impidió que disfrutara el viaje de más de 6 horas desde Phitsanulok. El retraso del tren tampoco fué tan malo, al contrario, llegamos con sol pleno para poder buscar la mejor opción que nos llevaría al hostal Thailandwow. Nos esperaban casi 5 días al norte de Tailandia.
Desde la estación de tren tomamos un bus (otra vez en forma de camioneta) que nos llevó, por 30 baths cada uno en menos de 20 minutos hasta nuestro hostal, dentro de la muralla, dónde está lo más turístico de la ciudad y muchos de los hostales.
Ir a nuestro hostal en Chiang Mai
Sabíamos que era muy temprano, y seguro apenas iban a recibir nuestras mochilas antes de que pudiésemos salir a dar una vuelta como reconocimiento de terreno. Afortunadamente el dueño, Khai, traía una actitud excelente con nosotros. Nos hizo sentir muy cómodos desde el principio, por lo que aprovechamos para platicar con él un poco sobre nuestros planes en la ciudad, y él, sin duda, nos ayudó siempre. Si nos permitió acomodarnos y dejar nuestras pertenencias, lo cuál fué de mucha ayuda después del trajín desde Phitsanulok por la madrugada.
La zona antigua de Chiang Mai resultó ser la mejor opción tanto para hospedaje como para encontrar aquellos lugares que eran de nuestro interés, al menos para el primer día. Es, en su mayoría, peatonal. Aunque se encuentran coches rondando, es gente caminando la que principalmente transita los callejones dentro de la muralla. Es muy tranquila y poco ruidosa, justo lo que buscábamos.
Como todos los hostales en Tailandia y en otras partes del mundo, claro, aquí encontramos una pequeña agencia de viajes que nos facilitó mucho las cosas para planear al menos dos de los días completos que íbamos a pasar al norte de Tailandia. Khai nos ayudó siempre, además que nos permitió ajustar los precios entre más compras hacíamos con él, además de regalarlos el desayuno para esos mismos días. Ahorramos mucho.
Buscando templos en Chiang Mai
Después de poco más de 1 hora de descanso decidimos, con mapa en mano, salir a explorar la ciudad. Si bien no era caótica como Bangkok, no dejaba de ser una ciudad grande y con mucha gente, muchos de ellos turistas intentando lo mismo que nosotros, explorar y conocer. Nuevamente bajo un sol a plomo llegamos a Wat Phra Singh, muy bonito por fuera, impresionante por dentro. Es quizá el templo más importante de Chiang Mai, se compone de varios edificios y, por supuestos, chedis. Data del siglo XIV y actualmente es funcional, además posee un monasterio y una escuela. La estatua principal es Buda Phra Singh y se encuentra en el edificio Wihan Lai Kham. Es la imagen más venerada por los locales y visitada por turistas. Además tiene una cantidad importante de chedis que adornan este importante templo.
Con tanto calor, sol y un tanto cansancio de los días pasados, esperábamos tener un día más relajado. Conociendo terreno y tomándolo con mucha calma; caminamos de a poco y nos detuvimos en aquello que llamaba nuestra atención. Y así es como, sin pensar, encontramos otro de los templos importantes de Chiang Mai: Wat Inthakhin. En su fachada se incluyen dos nagas (semidioses con forma de serpiente) que le dan un toque importante a este templo construido de madera que tiene una antigüedad de unos 700 años. Se trata de los templos más céntricos, de fácil acceso y, para nuestra fortuna, con poca gente visitandolo.
No fué una, sino varias las ocasiones en que visitamos el Monumento a los tres Reyes, pero la primer vez es la que cuenta. Se trata de un lugar muy importante para los locales, pues muestra a los 3 reyes más importantes de la dinastía Lann: Mengrai (fundador de Chiang Mai), Ramkhamhaeng (fundador de Sukhothai) y Ngam (fundador deMuang de Payao). Por su ubicaión es, por lo tanto, referencia para la ubicación de otros templos importantes cercanos.
Sabíamos de antemano que ese día iba a terminar temprano, después de algunas distracciones que tuvimos con los mapas decidimos hacer lo que mucha gente, sobre todo de los que viajan con demasiado tiempo, buscar un bar alejado del bullicio para degustar unas Singha mientras jugamos billar. La gran mayoría de compañeros eran europeos por lo que, a parte de compartir una partida, intentamos socializar un poco antes de terminar tirados en un sillón del hostal para recuperar energías para el día siguiente que pintaba para estar muy movido.