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Dado que el día anterior había terminado tarde, decidimos tomar las cosas con calma para nuestro décimo día en Tailandia. El objetivo del día estaba claro, pero antes de llegar, queríamos conocer otros templos dentro de la muralla. O no muy alejados, que nos permitieran llegar caminando.
Después de aprovechar parte de la mañana para lavar ropa en una de las tantas lavanderías de Chiang Mai y un rico desayuno en el hostal, nos sentíamos libres y exploradores.
Caminando por Chiang Mai
El día anterior habíamos acordado con nuestras compañeras argentinas que iríamos juntos al recorrido de algunos templos, y el punto más céntrico para el encuentro era el Monumento a los tres Reyes y el medio día era buena idea. No contamos que la puntualidad no las caracterizaba y estuvimos cerca de 45 minutos esperando, tiempo que aprovechamos para ver más detenidamente el monumento y algunos alrededores.
Apenas llegaron nuestras nuevas y, solo un poco, impuntuales amigas, fuimos caminando hacia el norte de la muralla; la idea era llegar hasta la puerta noroeste hacia la salida a Doi Suthep. El recorrer las calles de Chiang Mai es una aventura por sí mismo.
En el trayecto llegamos hasta Wat Lok Molee, indicado por viajeros como uno de los imprescindibles, y uno de mis favoritos en toda la ciudad. Al haber sido construido en el siglo XIV lo convierte en uno de los más antiguos e importantes de la ciudad. Su ubicación cercana al foso lo hace inmejorable. El edificio en color oscuro de madera con interiores adornados por ornamentaciones bastante elaboradas te invita a fotografiarlo; dentro se encuentra un buda en posición de meditación. Decoraciones de elefantes y nagas adornan la entrada de forma espectacular. En la parte posterior encontramos un chedi de aspecto antiquísimo, quizá la primera construcción de todo el complejo y que, con la vegetación alrededor de los budas dispersos, otorgan otra visión de este importante templo.
Por suerte para nosotros, aunque no sé si era por ser día Domingo, en todo el complejo encontramos diferentes niños con las túnicas color naranja que llevan los monjes; se les veía acompañados de sus familias en una festividad que llamó mucho nuestra atención. Siempre accedieron al ser fotografiados, solos o acompañados, mientras unos comían y otros realizaban actividades variadas.
Camino a Doi Suthep
Tomar el transporte para ir a Wat Phra That Doi Suthep o Doi Suthep, a secas, fué tan fácil como salir de Wat Lok Molee. La montaña Doi Suthep (de donde viene el nombre del templo) se encuentra a unos 15 kilómetros de Chiang Mai por lo que, a menos que seas muy intrépido, la mejor opción para ir es en vehículo o moto. Por toda la ciudad circulan los llamados “Songthaew”, camionetas de color rojo que en ocasiones la hacen de taxi y otras de colectivo, tipo autobús. Los que le saben, suben y bajan de ellos de una manera fluida y a precios ya establecidos. Nosotros, por el contrario, tendríamos que negociar.
Cuando estas camionetas funcionan como colectivo, el precio varía dependiendo de las distancias. Intenté dialogar con el chofer, ni él hablaba inglés, ni yo español, pero anotando en un papel me hizo saber el precio: 800 baths por ida y vuelta para las 4 personas. ¿Nos querrá timar? – Pensamos. Claro que si. Como todo en Tailandia requiere un regateo previo, éste no iba a ser la excepción. Entre estira y afloja de ambas partes y casi terminar la tinta de su bolígrafo dónde escribía tantas veces el precio, acordamos 600 baths por el mismo recorrido y una espera de 2 horas. Nos pareció excelente. 150 baths por persona, algo así como 3.5 usd.
Para nada cómodo el trayecto hasta el templo, aprovechamos para platicar de nuestros planes, ya que coincidimos en que los cuatro necesitábamos playa urgentemente. Bueno, en realidad nosotros ya teníamos nuestros vuelos para el siguiente día y ellas estaban en disposición de acoplarse. Les vendría bien la compañía.
Ya un poco entrada la tarde era el mejor horario para visitar este templo, los visitantes comenzaban a retirarse y las vistas, se presume, son mejores. Al llegar, el chofer nos dió la indicación exacta de disposición: 2 horas, mirando su reloj y señalando un dos con sus dedos. No teníamos intención de quedarnos.
Una explanada y diversos puestos tanto de comida como ropa y artesanías nos indicaron la penúltima parte antes de llegar a Wat Phra That Doi Suthep. Ahora solo restaba una escalera con 309 escalones nos decía que todo sacrificio, tiene su recompensa. En un costado se encuentra un funicular que por 20 baths te sube a la cima. No – pensamos – Subamos aquí para cansarnos mucho.
La escalera es pintoresca en sí, en forma de naga y de un colorido muy especial vale la pena. Subimos como pudimos, entre fotos, lamentos y alguna que otra lágrima. Mientras mi amigo y yo nos dispusimos a quitar las agotadas botas para ingresar al templo, nuestras amigas veían su mala suerte al no estar vestidas como se requiere para ingresar a los templos budistas. Después de algunos minutos de incertidumbre alguien se apiadó y después del pago de 30 baths, todos pudimos ingresar.
Una vez dentro todo es espectacular. En la entrada se encuentra un elefante blanco que, según la leyenda, dió inicio a la construcción de este templo. El chedi dorado al centro del complejo es, sin duda, la pieza más importante que debes observar. La gente hace todo el ritual a los pies, dónde también se encuentran otras figuras de Buda en diferentes posiciones. Wat Phra That Doi Suthep tiene su propio Buda Esmeralda, una réplica del existente en el Palacio Real de Bangkok.
En la zona sureste es posible encontrar miradores, con las famosas vistas de la ciudad de Chiang Mai. Tanto días atrás como posteriores, existió el rumor de que la contaminación no dejaba apreciar la ciudad desde esta montaña; nosotros, por fortuna, pudimos contemplar la inmensa belleza desde lo alto más alto. El ambiente que disfrutamos toda la tarde era diferente y, sin duda, uno de los mejores templos del norte de Tailanda.
Las dos horas fueron justas para recorrer gran parte del templo, menos tiempo hubiese sido insuficiente. Rápidamente encontramos al chofer quien parecía un tanto impaciente por nuestros 10 minutos de retraso. Ja! Como si ellos siempre lo fueran. El regreso en el Songthaew sirvió para asegurar el vuelo de nuestras amigas que nos acompañarían a la zona de playas el día siguiente; todo iba bien, después de algunos problemas con el pago todo se encontraba listo, pero el día aun no terminaba.
Sunday Night Market
Pedimos al chofer que nos acercara lo mayor posible a The Pae Gate, una de las puertas de la muralla, donde da inicio el muy famoso Sunday Walking Street (Sunday Night Market). El mercado se localiza sobre Ratchadamneon Rd por casi 1 kilómetro y los negocios operan partir de las 16 horas cada domingo y hasta la medianoche. Comida, ropa, artesanías, bebidas, artistas callejeros y mucha música le dan vida a este importante mercado que atrae a más visitantes extranjeros que locales. Me sorprendió porque se encuentra muy bien organizado, de fácil tránsito y muy limpio.
Los productos que venden son prácticamente los mismos que vimos en otros lugares, los precios si son inferiores y yo me quería llevar todo, sin embargo, dado que aun me restaban muchos días en Tailandia, decidí esperar para no tener cargando los souvenirs. Solo el imán que suelo comprar en cada ciudad que visito no pudo faltar.
El cansancio después de las 10 pm ya era muy notorio; entre todos decidimos que lo mejor era descansar para poder aprovechar nuestro último medio día en Chiang Mai; nos despedimos y llegué al hostal por mi última Chang nocturna en el norte del país de las sonrisas.