Por Europa, Dia 11: París y Torre Eiffel.

Por Europa, Dia 11.

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El hostal Smart Place Hostel en París, resultó estar muy cerca de Gare du Nord, más de lo que imaginamos, a solo unos metros, y Gare du Nord es una de las principales estaciones de tren, metro y RER que hay por la ciudad, así que nos encontramos muy bien comunicados. París es una ciudad muy grande, enorme, por lo que caminar, aunque no está descartado, si requerimos  en mayor medida el metro a como veníamos utilizando en las ciudades visitadas.

El precio a pagar fué de 44.95 por persona por noche, ya saben, mi esposa quería habitación y baño privado. El ambiente es muy bueno al igual que el personal amable, quizá el más reducido de todos los hostales en los que estuvimos, pero vale la pena. El elevador es un poco pequeño, así que normalmente optamos por escaleras. Al llegar el domingo por la noche nos brindaron un paquete con mapas, trípticos, cuponeras e información general sobre París, lo cuál nos ayudó demasiado.

El día inició aun con la preocupación de dar de baja la tarjeta de crédito extraviada en Bruselas el día anterior, o no sé donde. Pero aún así, al igual que de Bruselas, teníamos reservado el free walking tour de Sandemans por algunos sitios importantes en la ciudad; en esta ocasión los veríamos en la Plaza de Saint Michel, justo saliendo de la estación de metro con el mismo nombre. Desde Gare du Nord se toma una sola línea de metro, la 4, en dirección a Porte d’Orléans y es un total de 7 estaciones hasta Saint Michel en aproximadamente 20 minutos.

Antes de continuar me gustaría hacer un paréntesis para hablar de la diferencia de RER y Metro, que en muchas ocasiones podrían confundirse por utilizar las mísmas vías, sin embargo, el primero es un tren regional de cercanías, que tiene otro precio y suele ser de dos pisos. El metro no. Además, el RER se maneja en cuanto a horarios, así que a llegar a un andén, se podrán ver en una pantalla los RER que cruzarán por esa estación en diferentes rutas y direcciones. Es necesario tener mucho cuidado, ya que pueden pasar en la misma ruta diferentes RER antes de el tren que tu estés esperando. Dicho ésto, continuemos.

Al igual que en casi todas las ciudades, existen diferentes tipos de boletos y pases para el uso de transporte público, y normalmente pueden ser utilizados para cualquier tipo de transporte con trasbordos limitados entre los diferentes tipos, o ilimitados cuando del mismo tipo se trata.  El más común es el Ticket t+, el cuál sirve para un viaje sencillo personal; se puede utilizar para metro, RER (dentro de París), autobús y tranvía. Cuando es RER foráneo, se incrementa el precio. Cada uno cuesta 1.80€ o se puede comprar un total de 10 por 14.10€. Nosotros optamos por la segunda opción, pues íbamos a estar casi 4 días en París, por lo que nos convenía mucho más al ahorrarnos casi 4€. La máquina te da los 10 tickets independientes. Teníamos planeado utilizar 4 diarios, y al final nos hicieron falta.

Justo a la salida de la estación Saint Michel y ya que teníamos tiempo para la reunión con el grupo de Sandemans a las 11 am, aprovechamos para comprar algo y desayunar. ¿Qué otras sino crepas? Las cuales dicho sea de paso, resultaron ser muy ricas. El lugar se encuentra en esquina de Rue Saint-André des Arts y Place Saint Michel, justo frente a  la fuente del mismo nombre. Aprovechamos para probar una de Speculoos y otra de Nutella con coco. Una verdadera delicia acompañadas de un capuchino. Todo por 11€. El lugar es llamado Mich’ Sandwiches.

Faltaba poco para encontrarnos con Cristina, quien iba a ser nuestra guía en el tour de Sandemans. Resultó ser muy grata y simpática, abierta y dispuesta a hacernos partícipes durante todo el recorrido que comienza en el barrio latino, justo al lado de la fuente de Saint Michel. Este barrio es conocido y recomendado por su gran cantidad de restaurantes típicos, así como por precios no tan elevados y seguridad. Nosotros solo estuvimos caminando, pues nos dirigíamos hacia la Catedral de Notre Dame para hacer una pequeña visita por fuera. El trayecto es muy corto, no más de 10 minutos por aproximadamente 3 cuadras desde donde partió el tour hasta la Isla de la Cité, donde se encuentra.

Notre Dame resulta una impresionante catedral con una impresionante cantidad de gente intentando ingresar a ella. Adornada por sus famosas gárgolas hechas famosas a través de innumerables narraciones, cuentos y hasta películas. Las hay por todos lados, pero realmente se requiere de una muy buena vista ya que se encuentran colocadas a una importante cantidad de metros desde el piso. Por fuera muestra un estilo gótico del siglo XII, con vistas espectaculares y fachada con dos torres principales. Un día después estaríamos de regreso para admirarla por dentro.

Continuamos el recorrido hacia el Palacio de Justicia de París a través de Rue de Lutece. A un costado se encuentra Sainte Chapelle, la única Iglesia con cover de todo París. Mientras escuchamos a Cristina y sus relatos, recorremos la orilla del Rio Sena hasta llegar a Pont Neuf (Puente Nuevo) y que curiosamente resulta ser el más antiguo y más extenso de los que cruzan el Sena, al menos en París. Tanto que cruza desde la ciudad hasta  la Isla, y va del otro lado de la ciudad. Adornado por 385 rostros tallados en piedra un tanto terroríficas con un sinfín de leyendas sobre su origen.

Las vistas a la orilla del Sena son impresionantes hacia cualquier lado que voltees, del rio mismo adornado por edificaciones imponentes. Llegamos así hasta uno de los íconos de París, uno de los tantos que posee: El Palacio del Louvre. Ingresamos por un costado que yo no imaginaba, pues con la simple palabra del Louvre siempre había imaginado la pirámide de cristal tan característica. Recorrimos gran parte de los inmensos patios del antiguo Palacio Real, y todavía anteriormente un castillo y que fué cambiando con el paso del tiempo.

Esta vista no la había imaginado así, en realidad es mucho mejor, todo junto pero a la vez distante. Louvre, Jardines de tullerías, Museo d’Orsay, Champs Elysees, Plaza de la Concordia, Arco del Triunfo, y aún más al fondo, Torre Eiffel. Vaya postales por todos lados.

El tour de Sandemans concluye justo en Place de la Concorde, frente al Obelisco de Luxor. Justo en 3 horas de acuerdo a lo planeado. Cristina realmente fué buena, y a pesar de un grupo un poco amplio, su conocimiento y personalidad te provoca el ponerle atención a pesar de tan buenas vistas. Hay tiempo para todo. Antes de que ella se fuera, nos comentó sobre algunos de los tours ofrecidos por la empresa a la que ella presta servicios, nos decidimos por dos: uno fué un recorrido por el Sena en barco (10€) y otro, hacia los Jardínes de Luis XIV en Versalles (30€). Pero para hacer la compra teníamos que ir hacia un restaurante cercano donde un compañera de ella estaría recibiendo el dinero muy cerca de Galeries Laffayette.

Cuando arribamos (atención, este fué de los momentos más gratificantes del viaje) mi cel, de manera calmada me indicó que había una red que podía ser “robada” para ingresar a internet, intenté no hacerle caso, hasta que recordé que teníamos una tarjeta perdida y ya era justo reportarla después de casi 24 horas en manos de quien sabe quien. Pensé: está bien. En 10 segundos, y gracias a un magnífico programa, obtuvimos la clave del restaurante donde nuestra amiga de Sandemans estaba vendiendo boletos. Alguien sigue de mi lado – aseveré. Teniendo skype instalado en mi móvil ¿Porque no se me había ocurrido hacer la llamada al número por cobrar de la empresa que respalda mi tarjeta? Antes de azotarme en la cabeza, guardé cordura y aproveché mientras cambiaba mi dinero por boletos para tours. Mi esposa me ayudó a comprarlos mientras yo sentía que había hackeado al mismo pentágono. Hice mi llamada y la persona que se encontraba al otro lado del teléfono no quería entender que yo me encontraba al otro lado del mundo, con muy poco dinero y más que desesperado. Después de pasar controles de seguridad peores que los de cualquier aeropuerto de EU, donde di mi nombre (y de sus regaños por no saber 16 dígitos de una tarjeta PERDIDA), y que me deletreaban F de foca, R de roca, A de armadillo, N de niño … hasta compeltar las 18,000 letras de mi nombre y después de varias horas(si, yo sentía que eran horas en mi desesperación de no ser descubierto) pude finalmente bloquear mi tarjeta de crédito. Esa fué la parte sencilla, ahora me interesaba poder desbloquear una de débito para retirar dinero en efectivo para cuando fuese necesario. O sea, ya. Cuando me pasaron a la siguiente señorita (la quinta voz que escuchaba en una sola llamada) y comenzó “F de foca ….” tuve que colgar. Mi esposa ya tenía un buen rato esperándome con boletos en mano. Lo más importante estaba hecho, aunque seguíamos sin dinero. Ella, creyendo que iba a ser fácil el poder retirar, preguntó sobre cajeros automáticos y sabía a la perfección donde habría, aunque no teníamos tarjetas disponibles.

Avanzamos no más de 3 cuadras, y estaba el cajero reluciente, casi haciendo señas de que tenía dinero por entregarnos. Metí mi tarjeta de débito y en un idioma raro (creo que era francés) más un pitido feo, me dió indicios de que no me iba a entregar nada. Sufrimos con mi esposa. Reintenté con el mismo resultado. Tristes dimos la vuelta en la siguiente esquina más unos 10 metros, y pensé ¿Y si intento con otra tarjeta? Al ser día de pago en México, y por las horas de diferencia, yo ya debería de tener dinero que mi jefe me habría hecho el favor de depositar gracias a mi esfuerzo diario laboral. Tecleé mi NIP con menos esperanza que ganas de comer, cuando escuché el sonido triunfal. Si, ese que hacen las máquinas cuando están acomodando los billetes antes de entregarlos. Siiiiiiiiiiiii  !!!! Gritamos y saltamos, las personas en 20 metros a la redonda supieron de nuestra existencia. Teníamos dinero nuevamente!! Y hasta podríamos comer. Avanzamos cual vil persona que recién ganó la lotería antes de llegar nuevamente a Plaza de la Concordia. Inmersos en felicidad. ¿Se nos notaba? Yo creo que si, porque alrededor de esta plaza, y en muchos de los puntos importantes de la ciudad existen personas con una especie de bicicleta acondicionada para el transporte. Nos dimos el lujo de tomar una que nos ahorraría la caminata de 2.3 kms que existe entre esta plaza y la Torre Eiffel, nuestro siguiente destino. El trayecto lo disfrutamos mientras reíamos incrédulos aun de la situación, jamás pensó por nuestra cabeza utilizar la otra tarjeta existente, y la cuál no suelo utilizar más de que electrónicamente. Un total de 20€. Además nos sirvió para descansar 20 minutos después de no haber estado sentados desde las 8 am en el hostal, eran ya casi las 3 pm.

Llegamos muy temprano, pues nuestra cita con la torre era a las 5 pm. Aprovechamos para comprar algo de comer en uno de los kioskos justo debajo de la torre.  El menú incluía un baguette de jamón con queso, pan dulce y coca-cola de 600 ml por 11€. Hicimos el clásico pic nic bajo la Torre Eiffel en los jardines Champ de Mars, realmente gratificante con las vistas y toda la gente que hace la visita.

El ticket con ascenso hasta el tercer piso y más alto, tuvo un costo e 15.5€. La entrada únicamente al segundo piso tiene un costo por adulto de 9 €. Además, por haberlo comprado online con reserva, te ahorras la fila si llegas a la hora de tu programación. Existen escaleras que desde la base puedes utilizar para llegar al segundo piso, pero siempre es mejor el ascensor. Llega directamente a este piso. Disfrutamos un buen rato de las vistas de 360° que ofrecen aunque el aire es factor, y yo con vértigo, no les quiero contar. Aun así se disfruta muchísimo la pena, es un caminar de la multitud y todos queriendo la mejor vista. La gente se hace diminuta desde el segundo piso. Ya que nuestro boleto nos lo permite, iniciamos una segunda fila para tomar el ascensor hasta la cumbre, el último piso. Si desde el segundo piso las vistas ya eran magníficas, desde el último son aun mejor. En todos los pisos existen áreas que muestran la historia de la creación de la Torre, imágenes y placas con relatos. Así como tiendas, las cuales por obvias razones venden carísimo; así como algunos restaurantes. Bajamos nuevamente al piso dos y decidimos acceder al piso 1, al cuál se logra acceder a través de escaleras, ya sea de subida o de bajada, y que promete interacción con todo lo relacionado a la Torre. Nos gustó. Áreas para pintar, dibujar y un video tanto explicativo como comparativo de la torre con otras construcciones alrededor del mundo. Algo realmente ilustrativo. Para llegar a la base también decidimos caminar, pues eran largas filas de personas para ingresar a los muy apretados elevadores. Con todo y todo, estuvimos en la torre casi 3 horas, hasta un poco antes de las 8 pm.

Con Sandemans habíamos comprado los tickets para realizar un recorrido por el Rio Sena por 10€. Aun había sol, así que decidimos esperar a que su ausencia provocase más romanticismo en el ambiente. Justo cuando íbamos a zarpar desde el muelle a pocos metros de la Torre, el clima decide que es buen horario para llover. Ya que el barco no tenía techo, nos pareció una pésima idea el mojarnos con las pertenencias que teníamos (cámaras incluidas), decidimos esperar al siguiente, un espacio de 40 minutos. Así cuando abordaríamos el siguiente, atinadamente la señorita que recoge los tickets nos indica que no eran para esa empresa, sino para otra que está justo al otro lado de Pont d’léna, así que corrimos como pudimos para tomarlo en punto de las 10 pm. Había dejado de llover y aunque hacía un poco de viento, el cometido se cumplió. Ver todos esos edificios iluminados a través del Rio Sena resulta ser, aun, indescriptible. Notre Dame, Torre Eiffel, Pont Neuf, cambian de matices bajo la noche. Por algo se llama la ciudad de las luces! El barco pone a tu disposición un auricular para que selecciones el idioma de tu preferencia, y mientras el recorrido se completa, un audio explicativo te detalla lo esencial de cada edificio que va siendo visto. Un recorrido que vale mucho la pena, y más de noche a mi parecer.

Al regresar al muelle, en punto de las 11 pm, para nuestra sorpresa, todo se encontraba ya cerrado. Tiendas, restaurantes cercanos al muelle, taquillas. Todo. Apenas si se veía alguna persona caminando a 200 metros de nosotros. Vi la cara de espanto de mi esposa, y puse la mía de valiente. No te preocupes – le dije – no venimos a París a perdernos, lo conozco a la perfección. Claro que no era verdad, también sentí miedo.

No sabíamos donde estábamos. Bueno si, cerca de la Torre. Justo debajo de la torre y visible desde el muelle, se escuchaban vías de “algo” y mi instinto me dijo que era un tren. O algo parecido. Caminamos de un costado a otro con cara de asombro, y de frío, y de ganas de llegar al hostal. Por fin llegamos a la estación Champ de Mars. Con una solvencia y seguridad bárbara de mi parte, buscamos el andén. Encontramos a más de una pareja siguiéndonos, creo que también estaban perdidos. Encontramos los andenes finalmente, pero iban hacia una dirección que mi instinto me decía que era incorrecta, pues se iban para el otro lado de donde nosotros habíamos llegado, o al menos eso me decía mi cabeza. Ellos iban para allá, y yo necesitaba ir justo para allá, para el otro lado. Cambiamos de andén, y al primer tren que pasó, nos subimos. Igual que otra pareja, miento, otras dos parejas. Andaban peor de perdidos que nosotros, y después en plática me lo dieron. Al subir miré el mapa, y con la siguiente estación lo corroboré. La mala, ésto no es un metro, es un RER. La buena, vamos en dirección correcta. Pasamos las estaciones Pont de l’Alma, Invalides, Musée d’Orsay y finalmente llegamos a Saint Michel. Comenzaba a parecer más familiar la estación. Al bajarnos, otra pareja que no se había movido de la entrada del vagón pues continuaban con dudas, hicieron lo mismo. Todos íbamos a la misma estación. El RER no me pidió boleto a la subida, pero si cuando hicimos el transbordo a la estación de metro; buscamos el tren en dirección a Clignancourt, y efectivamente 8 estaciones más tarde llegamos a Gare du Nord. La experiencia al salir de esta estación no fué grata, demasiadas personas y nos daban la impresión de irnos siguiendo, afortunadamente no fué así, aunque mi esposa si se llevó más de un susto en el trayecto de 200 metros hasta el hostal. Afortunadamente llevaba mi bastón de la cámara por si alguno se ponía insistente, tener que recetarle algún golpe bajo. Finalmente y después de 1 hora y 20 minutos de estrés desde Torre Eiffel, estábamos en el hostal y ya eran las 00:30, a nada de descansar y continuar con la siguiente aventura.

 Galería de París


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