Por Europa, Día 10: Bruselas.

Town Hall de Bruselas, Bélgica.

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El hostal lo dejaríamos ese día, por lo que nuevamente tuvimos que pedir permiso para guardar nuestro equipaje en bodega, pues temprano partiríamos a recorrer el centro histórico de Bruselas. En particular teníamos planeado y agendado un tour de Sandemans a las 11 am y que saldría desde Town Hall de Bruselas, situado en Grand Place.

Desde el hostal, el centro no está retirado, escasas 8 cuadras que perfectamente se recorren en 40 minutos caminando y 50 para los despistados un tanto perdidos. Nosotros lo hicimos en 50. Llegamos con tiempo de sobra a la cita y nos dispusimos a buscar las famosas sombrillas rojas de la empresa que daría el free walking tour. No estaba, hasta llegamos más temprano que él o ellos, aún no lo sabíamos.

Grand Place es tan grande, bonita y con tantos edificios, que no tuvimos problema para tomar fotos a diestra y siniestras mientras el reloj marcaba las 11 am. Unos minutos antes de las 11 se presentó Blat, quien sería el guía, y cambiamos nuestras reservas impresas, por sus “boletos oficiales”. Un número foliado.

El tour comenzó ahí, a la hora puntual, con un grupo no tan reducido, ni tan grande. Lo normal. Blat resultó ser muy activo, gracioso y conocedor de lo que hablaba, hizo del tour un éxito para lo que yo esperaba por algo “gratis”. A través de las calles de Bruselas nos habló de la sociedad en Bruselas, la Unión Europea que tiene aquí su capital, arte, reyes y reinas, y por si fuera poco, del cómic belga, ese que los hace famosos por todo el mundo. Recorrimos la Iglesia de San Nicolás, Opera de la Monnaie, Catedral de Bruselas del estilo gótico y hasta la Plaza Real; todo en 3 horas.

Este tipo de tours en lo personal me gustaron, además de brindarte un panorama general de la ciudad, la empresa te ofrece otros tours enfocados a cada ciudad, que aunque ya son de pago, mantienen esa esencia activa y graciosa de los guías. Realmente se disfrutan. En esta ocasión nosotros ya no teníamos tiempo de hacerlo, pues cambiábamos de ciudad ese día por la noche, pero igualmente quedarán pendientes para un futuro.

Al final del tour y no de manera obligada, se realiza una aportación voluntaria como pago del tour y explicación. Realmente no es free del verbo no tener costo, sino free del verbo libre, donde cada quien aporta lo que crea que es justo.

No eran aún las 3 pm y habíamos decidido comer pollo frito justo en contra esquina del hostal antes de tomar nuestro equipaje, pero teníamos tiempo. Y estamos en Bruselas ¿No? Donde hay mucha cerveza ¿No? Así que cerca de Grand Place buscamos un buen lugar al aire libre para pedir alguna de las tantas marcas existentes de esta casi bebida nacional, fué así que llegamos a Brasserie Lombard. Un reino para los amantes de la cerveza. Un templo para los católicos. Un parque de diversiones para los niños. Un lugar con una variedad de más de 200 marcas de cervezas de todos tamaños, colores y sabores. Desde las cristalinas, claras, oscuras y stout. De malta y de trigo. De 4, 5, 6 y hasta 20°; aquí la carta es solamente de cervezas, las botanas y comidas ocupan un octavo de página dentro del menú, de las cuales, por cierto, las papas son riquísimas ¿Y cómo no si aquí tienen su origen? Los precios fueron accesibles y sirvieron con mi esposa para hacer un recuento del viaje, el cuál iba precisamente a la mitad. Estuvimos cerca de una hora y media, mientras hicimos planes para lo que estaba por venir.

A las 5 pm ya nos encontrábamos en el dichoso restaurante de pollo frito que tanto antojo nos había provocado desde dos días anteriores al pasar junto a sus puertas. El famoso Foods ‘n’ Moods. Pedimos comida como si se fuese a terminar: órdenes de pollo, complementos, refrescos, ensaladas y un largo etcétera. Un total de 27€ que se encontraban dentro del rango que teníamos establecido para el día; el menú de comida rápida oscila entre los 5 y 9€, en realidad es bastante accesible.

Mi sorpresa fué al intentar pagar, ya que mi tarjeta de crédito no estaba conmigo. La perdí y se fué para nunca más regresar. Debo aceptar que me deprimió un poco ya que mi objetivo era que mi esposa se sintiese siempre tranquila pero ya teníamos pocos euros en efectivo, aún restaba una semana en Europa y la situación comenzó a preocuparme. Si, fue esa misma tarjeta que 3 días antes en Venecia demoré una hora para poder desbloquear por teléfono, ahora tenía que reportarla pero como extraviada.

Disfrutamos de la comida intentando dejar de lado esa tensa situación, aunque yo sabía que tarde o temprano era algo que tenía que solucionar y entre más pronto, mejor. Terminamos de comer y regresamos al hostal a recoger nuestro equipaje con la esperanza de encontrar la tarjeta en lo que había sido nuestra habitación por dos noches. No fué así, y se incrementó en dos rayitas la tensión.

Hice un breve repaso de nuestras provisiones (euros) en el comedor del hostal, tomamos un poco de agua, buscamos la tarjeta en mi gran maleta, y nada. Decidimos darla completamente por perdida y partir hacia Midi, de donde saldría a las 19:13 nuestro tren hacia París.

Estos boletos los habíamos adquirido vía online solo 5 días antes, y ya estando en Europa. El precio fué algo caro, pero no sabíamos si estando allá íbamos a cambiar de parecer y estaríamos más tiempo en alguna ciudad. Viajamos con Thalys y un precio de 88€ por persona. El tren es de alta velocidad, por lo que haríamos el recorrido en poco más de una hora y media.

Cuando compré los boletos, tuve la oportunidad de imprimirlos por mi cuenta, o imprimirlos en la estación hasta 15 minutos antes de la partida del tren. Solo una de esas opciones, no las dos. Opté por la segunda. Para mi sorpresa, y para ponerle un poco más de dramatismo a mi situación llamada “Te perdí, mi adorada tarjeta de crédito”, al presentar mi clave de compra de boletos, la persona del mostrador en un malísimo inglés, me dice: please, give me your credit card. Sudé frío. Vi mi vida en retroceso hasta mi nacimiento. Volví a sudar. Pensé. ¿Qué? No me la habían pedido para otros trenes ¿Porque me la pides ahora, cuando quizá la tarjeta de crédito que utilicé para comprarlos, la perdí en el último día de mi vida? No desfallecí. Con una seguridad bárbara saqué otra tarjeta de crédito y la mostré. Después de una revisión minuciosa en el sistema, me entregaron los boletos. Si, tengo ángel o alguien muy influyente me quiere y aboga por mí. Curiosamente había utilizado esa tarjeta de crédito para comprarlos.

Subimos al tren y en punto de las 20:35 ya estábamos en París. Este tren voló. Aun con sol nos encontrábamos en París, exactamente en la estación Gare du Nord. Y a solo 3 cuadras se encontraba nuestro hostal sobre Rue de Dunkerque, Smart Place Paris Hostel. Y después de tomar un baño y planear un poco el siguiente día, nos preparamos para descansar.

 Galería de Bruselas


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